El Pixel Viajero

Bañarse rodeado de esbeltas aletas sobresaliendo de las oscuras aguas del Atlántico tiene un punto inquietante, reconozcámoslo. No dejas de repetirte, son delfines, ¿no tenías tantas ganas de nadar con delfines? pues ahora no te rajes.

Delfines en Pipa

Pero es irracional. Tinin, tinin, tinin ¡Cuánto daño ha hecho la película de Tiburón! Imposible evitarlo, es ver una aleta recortada sobre las olas y empezar a imaginarse las enormes mandíbulas que se esconden bajo la superficie. Pasado el primer susto, logras recomponerte del tirón que te acaba de dar de la tensión y te repites… los delfines son buenos ¿te acuerdas de Flipper?

Caminata por las playas @Alicia S.

En Praia da Pipa hemos vuelto a reconciliarnos con el nordeste brasileño paseando por inmensas playas encorsetadas entre vertiginosos acantilados y un mar a veces amable, otras implacable. Con un poco de agilidad para saltar las rocas y algo de previsión en cuanto a mareas, hemos conseguido no quedarnos atrapados en estos pequeños paraísos y eso sí, caminar largos paseos saltando de playa en playa para escapar de las aguas en ascenso.

Hora de descansar

Pipa tiene el encanto de los pequeños pueblos de pescadores cubiertos de adoquines y arena de playa, mezclado con el imparable avance de toda la infraestructura turística. Pero con un poco de abstracción y alejándonos de la zona urbana, todo vuelve a su esencia básica, arena, palmeras, barracas de madera, mata tropical sobre el acantilado y aletas de simpáticos golfinhos que hasta nos dieron unas buenas lecciones de pesca.

Cae la tarde en el puerto de Pipa

Se acaba un día de playa @Alicia S.

Si huir de Natal es acabar en Pipa, yo vuelvo a escapar esos 100 kilómetros hacia el sur, para quedarme atrapada hasta que vuelva a bajar la marea.