Experiencias foquiles

A parte de ser la meca de los deportes extremos, que ellos hacen aún más extremos, Nueva Zelanda es uno de los mejores lugares para ver animales marinos en libertad: ballenas, delfines, focas, albatros, pingüinos… Desde que aterrizamos en Auckland, Silvia ponía cara de ‘corderito degollao’ cada vez que comentaba así como de pasada, “podríamos nadar con delfines en Kaikoura”.

Descansando después de la pesca

Descansando después de la pesca

Kaikoura, en la costa este de la isla sur, es el mejor lugar para ver de cerca a los juguetones delfines Duskin. Te enfundas en un traje de neopreno para soportar las frías aguas del Pacífico austral y a hacer ruidos raros y chapotear para que vengan las focas o los delfines a jugar un rato contigo.

Pero no fue tan sencillo. A pesar de haber superado el susto de lo que costaba el baño ‘con fliper’, unos 90 euros, no pudimos animarnos al chapuzón porque las plazas son muy limitadas y estaba todo reservado.

La búsqueda de pingüinos tampoco tuvo final feliz. Los perros y los hurones se habían merendado las crías de una pequeña colonia que encontramos cerca de Oamaru.

Pingüinos exterminados por perros y hurones

Pingüinos exterminados por perros y hurones

Pero aún no habíamos tirado la toalla y por suerte, las focas nunca fallan. También en Kaikoura puedes visitar caminando una colonia de estas graciosas pero apestosas criaturas. Eso sí, con cuidado de no pisar alguna que esté echando una siesta, ni cruzarte en su camino cuando van a darse un chapuzón en el mar. ¿Habéis oído alguna vez a una foca toser? ¡Parecen fumadoras de Ducados sin filtro con resfriado!

Guardería de focas cerca de Kaikoura

Guardería de focas cerca de Kaikoura

Como colofón a nuestra experiencia foquil, en la carretera camino a Picton encontramos otra colonia con decenas de crías de foca en su ‘guardería’, una piscina natural donde las más pequeñas se entrenan nadando y peleándose con hermanas y primas a base de manotazos y mordiscos ¡Qué pena no poder bajar a chapotear con ellas!



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Si notas que tu vida pasa volando y la consideras una aburrida monotonía, pisa el freno. ¡Arriésgate! Cambia algo y verás como se anima el cotarro.

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