Sacrificios en Arequipa
Blanca, ordenada, luminosa, con momia autóctona y un convento que da escalofríos. Arequipa es una ciudad dónde uno puede quedarse días y días y sin ganas, ni intención de irse.
Nuestra primera cita en la autodenominada República Independiente de Arequipa era con la señorita Juanita. Ella tiene ya casi 500 años, pero se conserva joven, varada en los 14 años que tenía cuando fue elegida para realizar un largo viaje, aplacar a los dioses. Descubierta en el nevado Ampato en 1995 por Johan Reinhard, la momia Juanita es un testimonio congelado en el tiempo, literalmente, que ha llegado a nuestros días para contarnos cómo el Imperio Inca apaciguaba a sus dioses. Cómo los sacrificios humanos eran un honor para el elegido, y suponían el inicio de un viaje para reunirse con los dioses que habitaban en los altos nevados y volcanes, y de vez en cuando, se cabreaban con el mundo.
Con su pelo, la piel de los brazos casi intacta, serena y en posición fetal, a Juanita hay que escudriñarla, más que verla, porque el museo mantiene a la enviada en la penumbra y un frío considerable, para conservarla, igual que hicieron los hielos del Ampato.
Otros sacrificios, pero españoles
Nos dimos unos días para asimilar nuestro encuentro con Juanita, antes de ir a visitar otra de las joyas de Arequipa, el Convento de Santa Catalina. Una ciudad dentro de otra. Pero en ésta, tras los muros que lo separaban de la ciudad profana, el convento alberga una realidad llena de contradicciones, misticismo y cotidianidades.
Doña María de Guzmán, viuda, mujer hermosa, rica y joven sin hijos, decide recluirse en el monasterio, cediendo todos sus bienes a la congregación. Como fundadora del convento, dio inicio a la larga historia de esta ciudadela que ha cobijado entre sus muros vidas, milagros y piadosas mujeres que ingresaban al convento acompañadas por un séquito de sirvientes.
En el convento llegaron a convivir monjas, novicias, sirvientes, niñas y mujeres de ‘bien’, que decidían recluirse con toda la pompa de la época, a explorar sus piadosas virtudes.
La ciudadela en sí, y después de sucesivas reconstrucciones debido a los daños provocados por terremotos y el paso del tiempo, es un testimonio vivo de una época, donde contrastan los bonitos rincones con aire andaluz con los claroscuros de unas vidas de flagelación y misticismo desde muy temprana edad.
Juanita y Santa Catalina son dos grandes muestras de los mitos, miedos y sacrificios de dos culturas totalmente distintas, pero que se encontraron y enfrentaron en el tiempo y el espacio.
Info útil:
- Entrada al Museo Santuarios Andinos: 15 soles (+ propina al guía, que es obligatorio).
- Entrada al Convento de Santa Catalina: 30 soles (guía optativo y a parte).
pues tarantino ahi haria una peliculita jejeje madre mia que misterios!!
Como te portes mal te llevo de monaguillo al Convento de Santa Catalina!