Hitchcock estuvo en las Ballestas

Estamos ya tan familiarizados con los lobos (o leones) marinos y sus familiares las focas (de varios continentes), que Julio sabe hacer su bostezo con gruñido a la perfección y yo aplaudo tan bien con mis dos aletas, que me suelen lanzar sardinas. Vamos, que no íbamos a ir a Islas Ballestas a ver más focas, pero finalmente, estábamos tan cerca, que la posibilidad de ver el famoso candelabro, los pingüinos y montones de cormoranes nos tentó.

Cormoranes en las plataformas de descarga de guano

Cormoranes en las plataformas de descarga de guano

Al margen de la faringitis que arrastramos desde ese día, el paseo en lancha mereció la pena. Partimos muy temprano desde el oasis de Huacachina. Al llegar a Paracas, el cielo estaba totalmente cubierto y no se despejó en toda la mañana, de ahí el frío marino que aún llevamos incrustado en el cuerpo.

Pero peor que el frío era el suave al principio, e intensamente insoportable después de un rato, olor a guano que desprenden las rocosas islas ballestas. El guano, o excremento de ave acumulado durante años es un excelente fertilizante, que llegó a alcanzar un precio muy alto en otro tiempo, aunque hoy ha sido sustituido en gran parte por abonos químicos.

Lo primero que pensé fue ¿cómo aguantan horas y horas recogiendo el guano? Porque no es para nada parecido al tufillo de otros abonos como el dulzón de caballos o vacas, éste es realmente penetrante y llega a doler la nariz. Afortunadamente, sólo se extrae cada 5 años, pero imaginaros el nivel de acumulación y de intenso olor, después de que cientos, miles de aves, vayan creando estas capas año tras año…

El misterioso 'Candelabro'

El misterioso 'Candelabro'

Recorrimos durante unos kilómetros la costa, para acercarnos a ver el misterioso candelabro de la bahía de Paracas. No se sabe quién creó este geoglifo, esculpido en una ladera de arena endurecida que se ve con gran nitidez desde el mar. Las teorías hablan de piratas, incas, civilización nazca y por supuesto (esta es la explicación respaldada por Julio), de los famosos extraterrestres. Estos seres de otro planeta, mientras construían pirámides en Egipto, pulían piedra junto al Lago Titicaca y ayudaban a los mayas con sus construcciones, también se pasaron por Nazca y Paracas, para echar unos garabatos ¡Eso sí que es pluriempleo!

Después de nuestra experiencia extrasensorial, el capitán puso rumbo a las islas. Uno de los mejores momentos de nuestro recorrido fue cuando navegamos literalmente bajo miles y miles de cormoranes que, dio la casualidad, estaban en la isla, seguramente en pos de un gran banco de peces, ejercitándose antes de continuar con su migración.

¡Ah! De los pingüinos mejor ni hablamos, porque han sido nuestra constante frustración durante todo el viaje. Los únicos ejemplares dignos de mención que hemos visto fueron los de Suráfrica, que eran muy monos y pestosillos, pero al menos pudimos acercarnos, porque en Nueva Zelanda sólo conseguimos ver estatuas de madera. Eso sí, tenemos que decir que nos solemos negar a pagar por ir a ver este tipo de colonias, así nos va…

Nuestros amigos los lobos marinos

Nuestros amigos los lobos marinos

En las islas Ballestas sí había pingüinos, o por lo menos eso decía el guía del barco por el micrófono, intentando hacerse oír por encima del viento, y Julio me señalaba unos bultos en lo alto de una roca, que para mí, que no llevaba las gafas, bien podían haber sido gaviotas o palomas.



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Aún no estoy segura de si yo llevaré a la mochila o la mochila me llevará a mi.

Un comentario en “ Hitchcock estuvo en las Ballestas ”

  1. palomas en la isla???jajaj que si,eran pinguinos,bueno extraterrestres en forma d pinguinos jajaa