Ataque de escarabajos en el desierto

Lo que hay que sufrir para dormir una noche en el desierto…

Creo que nunca había visto tantas estrellas. Puede que esto me lo imaginara yo, pero según avanzaba la noche se iban multiplicando y formando nuevas constelaciones. A pesar del cansancio, Julio y yo no queríamos cerrar los ojos y dormir, así que alargamos la charla hasta que sólo quedaron despiertos los escarabajos.

Sí, definitivamente, si me preguntan qué fue lo más duro de nuestra excursió al desierto, no diré que el calor o las increíbles agujetas que tuvimos durante días del trote de los dromedarios, sino que afirmo rotundamente que los mordiscos de los escarabajos son mucho peores. Y más si uno de ellos la toma con tu dedo y a la mañana siguiente lo tienes como si te lo hubieran estado lijando durante horas.

Habíamos decidido no hacer el típico safari en ‘camello’ de Jaisalmer (no son camellos, pero suena mejor para vender la excursión). Lo decidimos durante las 7 horas de traqueteo del autobús de Jodhpur.

Estos safaris son muy baratos y por lo general, te llevan a las afueras de la ciudad, donde acampas con un montón de gente más, que también iba a disfrutar de la ‘soledad’ del desierto, y donde cada 10 minutos pasan chicos vendiendo ‘cola-cola y beer’. Vamos, que pasar calor para eso, no nos apetecía.

Pero, esta vez tiramos la casa por la ventana (que en India no es para tanto) y nos apuntamos para hacer uno de los safaris más caros, pero que nos llevaría a 60 kilómetros de Jaisalmer, y nos aseguraban que aquello no serían ‘las ramblas’ del desierto, así que no pudimos resistirnos… además, también nos daban una especie de colchón con sábanas limpias que para estar en el árido desierto del Thar, era toda una gozada.

Una de nuestras sorpresas se convirtió en la parte más interesante de la experiencia. Al llegar en jeep al punto de encuentro, yo no podía creérmelo cuando en vez de de rudos hombres con turbante, teníamos por camelleros a dos niños: uno de 20 años que parecía tener 16 y otro de 15, que ya casi ni se acordaba de lo que era una escuela. Compartir con ellos el viaje fue lo mejor de la experiencia.

Nos contaron paradojas como la de Dzudzu, que había aprendido inglés con los turistas, pero que no sabía escribir su nombre en su idioma. Para que le enviáramos algunas fotos a su casa, tuvo que recurrir a un amigo más afortunado, que vivía en una granja del desierto, cerca de donde habíamos acampado, y al que sus padres sí podían pagarle el colegio, para que nos escribiera la dirección de su casa.

Nuestro otro entrañable camellero se llamaba Ali Baba, ¡no es broma! Lo confirmamos varias veces, y efectivamente, el chico moreno, con cara de pillo y de origen musulmán, que aquel día estrenaba ropa por ser el día de fiesta tras el Ramadán, se llamaba como el personaje de ‘Las mil y una noches’.

Todo el mundo en Jaisalmer ofrece safaris, pero en realidad, nadie en la ciudad tiene dromedarios. El negocio funciona a través de varios intermediarios, por lo general hoteles, agencias, restaurantes, incluso tiendas, son el contacto con el cliente, pero requieren de los servicios de otros, y principalmente del dueño de los ‘camellos’ que es quien al final contrata a estos chicos como camelleros por cuatro duros.

Como suele ocurrir en estas cadenas, el último eslabón es el que menos recibe, pero el que más trabaja. Elllos llevan a los dromedarios, les dan de comer, atienden a los extranjeros, les muestran algunos pedazos de desierto, preparan las comidas, en definitiva, lo hacen todo y no tienen días de descanso, sino que al contrario, desean que cada día se contraten los safaris para poder optar a las propinas de los turistas, más altas que sus sueldos.

Contratar un safari en Jaisalmer

A modo orientativo, los safaris ‘baratos’ que nos ofrecieron costaban unas 600-700 IRs por día, y nosotros pagamos 1.500 IRs, era algo menos, pero finalmente no había nadie más para salir aquel día y no llegamos al mínimo de tres, así que por un poco más, lo hicimos solos.

La experiencia merece la pena, aunque tanto Julio como yo coincidimos en que 24 horas estaba bien, alargarlo a 3 días puede ser un suplicio, por el calor y lo duro que resulta montar en camello cuando no se está acostumbrado. Además, el desierto del Thar no es el Sahara, sólo tiene varias dunas, algunas de ellas muy grandes, pero el resto del territorio es una planicie árida y de matorral bajo que no varía demasiado en kilómetros.



Autor

Aún no estoy segura de si yo llevaré a la mochila o la mochila me llevará a mi.

2 Comentarios en “ Ataque de escarabajos en el desierto ”

  1. ¿los de el desierto son peloteros ?besos.

  2. Si mama, los escarabajos del desierto son peloteros y te comen los dedos si te descuidas, o al menos te lo dejan peladito. Muak.