Callejuelas secretas de Kathmandú
La ciudad de Kathmandú cuanto más la exploras más te engancha. Eso nos ha pasado durante los días que hemos vagabundeado en la capital de Nepal, cuando descubríamos un nuevo rincón más nos gustaba la ciudad.
Estas pequeñas sorpresas no han sido grandes monumentos, sino una plaza oculta con mujeres extendiendo grano, una pequeña tienda donde apenas cabía el vendedor o una cafetería hippie de Freak Street con unos pasteles de chocolate a prueba de dietas.
Por supuesto, está la plaza Durbar, indispensable de visitar durante una estancia en Kathmandú. Llena de templos y, cómo toda la ciudad, de vida. Uno puede sentarse y simplemente observar como los fieles hindús y budistas se cruzan con los guías que ofrecen sus servicios, cómo filas de porteadores llevan cargas que escapan casi a las leyes de la física o entristecerse al ver algunos grupos de niños de la calle esnifando pegamento mientras te piden unas rupias, aunque casi sin verte. En estos momentos en que simplemente nos hemos sentado a ver la vida pasar, otros pueden incluso tener la suerte de ver asomada por alguna ventana de su palacio a la Kumari, la diosa viviente de Nepal.
Como buena ciudad asiática, Kathmandú se debe descubrir paseando y buscando esos rincones mágicos. A nosotros nos han cautivado esos momentos que no esperábamos. Caminar por los multitudinarios bazares y mercados, para luego deslizarnos por un pequeño callejón por el que apenas cabía un niño y aparecer en una tranquila plaza; vagar por los barrios, siempre con cuidado, para no pisar una pequeña imagen de Ganesha untada en pintura roja.
Pero no todo es encanto y tradición en Kathmandú, la historia está creciendo y modernizándose a grandes pasos y adaptándose al viajero creando barrios como el de Thamel, un lugar donde ‘casi’ todo lo que un turista puede necesitar está al alcance la mano. Y no es que sea malo, es comercial pero muy cómodo, resulta tan fácil buscar alojamiento, elegir restaurante, encontrar un cajero automático o comerse un buen donuts de chocolate, que uno olvida incluso que antes ha estado en pleno Himalaya.
Nos vamos de Kathmandú con la corazonada de que algún día volveremos, porque nos llevamos una gran experiencia y nos dejamos mucho que conocer aún en Nepal.
Hola chicos!
sé que este post es viejo, pero quería decirles que disfruté mucho de todos los relatos sobre Nepal. Es un país que tenía en mente para nuestro viaje, pero no estaba decidido. Después de conocerlos a ustedes y de leer el blog, nos convencieron enseguida!!
Muy lindo lo que cuentan, cómo lo cuentan y las fotos!
Gracias!!
un beso
Aldana