Una historia de samuráis
Cuando viajas siempre hay visitas que parecen obligadas, y el castillo medieval de Himeji era una de las nuestras, aunque lejos de decepcionarnos, disfrutamos paseando por el interesante mundo de los samuráis y señores feudales japoneses.
Al ver a los lejos el castillo no puedes dejar de imaginar las historias de samuráis que albergan sus muros. El edificio está tan cuidadosamente restaurado, que parece recién estrenado. Tan bien restaurado está, que ha sido escenario de algunas películas de Hollywood, como El Último Samurái (sí, la de Tom Cruise).
El castillo tiene intactos su foso y sus murallas, que protegen estancias para los guardias y los cortesanos o edificaciones tan legendarias como el patio destinado a que los señores ejercieran el honorable suicidio ritual (cortarse la cabeza) o que los samuráis llevaran a cabo el harakiri, en caso de ser tomado el castillo (nunca lo fue), o necesario por otro motivo de honor.
El castillo está compuesto de 5 plantas repletas de mecanismos de defensa, con una muestra en su interior de pinturas, diarios de los sucesivos señores que gobernaron el castillo, e incluso una armadura de la época. Aunque los interiores no son especialmente impactantes, por su sencillez y característico minimalismo japonés, resulta interesante ver lo diferente que era la arquitectura y la indumentaria de una misma época en Europa, por ejemplo, y en Japón.
Al visitarlo en otoño, los jardines que rodean al castillo eran parte del atractivo de Himeji, dándole un aire de escenario casi fantástico, rodeado de rojos y vivos naranjas.
Otro de nuestros grandes descubrimientos en Japón, además de comprobar que un sistema ferroviario puede ser enormemente amplio y eficaz, es el sistema de taquillas disponible en todas las estaciones de tren, incluso en las más secundarias. Las taquillas son de varios tamaños, por lo que uno puede dejar desde un pequeño maletín, a dos maletas grandes y otra más pequeña en un mismo casillero grande (unos 500-600 Yenes -5€ aprox.-).
Gracias a estas taquillas, se puede aprovechar mucho el tiempo y si se dispone del Japan Rail Pass, como es el caso de la mayoría de viajeros extranjeros en Japón, puedes viajar de Kyoto a Hiroshima (o viceversa) y de camino pararte a visitar el castillo de Himeji sin necesidad de hacer noche en la ciudad, que en sí, no resulta muy interesante.