Abandonados en el Valle de la Luna
En Atacama las rocas parecen tener muchos más años de los que en realidad le corresponde a la ‘joven’ cordillera de los Andes. Aún en movimiento, estas increíbles montañas y fallas intentan encontrar su lugar, lo que provoca los frecuentes terremotos en estas latitudes, y su aridez las deja desnudas ante el efecto de erosión de los vientos y tormentas de arena.
El desierto más seco del mundo y a la vez lleno de increíbles paisajes naturales ocupa gran parte del norte de Chile, donde uno cree haber sido transportado a otro planeta. Casi lindando con Chuquisaca, la mina a cielo abierto más grande del mundo y de donde se extrae gran parte del cobre del que se nutre el resto del mundo, se encuentran también dos lugares especialmente únicos por sus duras condiciones climatológicas: el Valle de la muerte y el Valle de la Luna.
En estas latitudes estábamos, a punto de embarcarnos en nuestra travesía hacia Bolivia a través de geiseres, lagos altiplánicos y magníficos salares, así que decidimos cuidar nuestra menguante bolsa de caudales y hacer sólo esta excursión, la del Valle de la Muerte y Valle de la Luna, entre las muchas opciones que se ofrecen en San Pedro de Atacama.
También es la más económica y la que ya evocaba en nuestros anhelos viajeros ganas de pisar el lugar más árido de la tierra, donde el agua es tan escasa, que no vive ninguna especie animal ni vegetal: el Valle de la Muerte.
Algo similar nos ocurría con el territorio más parecido a la Luna, pero en nuestro planeta, porque aún no nos llegan los ahorros para fletar un cohete espacial. En el Valle de la Luna subimos a la duna mayor y desde allí vimos una bonita puesta de sol que fue tiñendo la cordillera circundante de un vívido color ocre.
A pesar de la falta de nubes y su papel en las puestas de sol (mi imagen preferida), éste no fue el único contratiempo que tuvimos en pleno desierto de Atacama, sino que para darle emoción a un típico tour de baja del microbús, súbete al microbús y tenéis 15 minutos (con suerte) para echar un vistazo y alguna foto, el guía-conductor y el grupo al completo fueron tan amables de dejarnos tirados en medio del Valle de la Luna.
Era la última parada de la excursión, el momento puesta de sol rodeados de erosionados cañones de color terracota, perdiéndose en el horizonte, cuando, intentando disfrutar del momento y sí, parándome a hacer un buen montón de fotos, bajamos al lugar donde esperaba aún media docena de furgonetas para llevar a sus turistas de vuelta, pero faltaba una ¡la nuestra!
Por suerte, bastó explicar nuestra situación a uno de los conductores para que se apiadaran de nosotros y no nos dejaran abandonados allí en medio del desierto. Eso sí, después de echarnos unas risas con los del otro grupo, nada más llegar a Atacama nos fuimos a soltarles toda nuestra indignación a la de la agencia, que por cierto, nos había derivado a otra, porque no había llegado a formar grupo.
Así que encabezando nuestros consejos para Atacama:
- No contratar nada con la empresa Colque, con la que finalmente hicimos el tour y nos dejó tirados entre un grupo de unas 12 personas.
- Alquilar una bicicleta para explorar los alrededores a vuestro aire, aunque mejor si se evitan las horas centrales del día, porque el sol cae a plomo. Opciones para ir en bici: el Pukará, la Quebrada del Diablo (sí, todas se llaman así), incluso el Valle de la Luna, pero son 32 kilómetros ida y vuelta y por la noche es fácil perderse.
- Acampar. El alojamiento y todo en general, es caro en San Pedro de Atacama, y una buena opción es plantar la tienda (¡Ojo! Que por la noche refresca bastante).
- Si os sobra una mañana o una tarde, visitar el museo arqueológico. Es bastante básico, pero si no se conocía con anterioridad al pueblo atacameño, es un buen acercamiento, o el único que hay.