Bienvenido a Dunapolis

Cóctel Natal: mezclamos una pizca de Lloret con un chorrito de dunas desérticas, añadimos unas cucharadas de sabor brasileño y lo removemos todo bien en un coco verde. Natal es un lugar que no pasará a la historia de nuestros recuerdos viajeros. Hasta me atrevería a decir que es totalmente prescindible, sobre todo si antes hemos disfrutado de los inmensos paisajes de Lençois Maranhenses y el toque especial de Jericoacoara.

Laguna de Genipabú en Natal

Laguna de Genipabú en Natal

Ya nos lo temíamos, pero nos caía de paso y teníamos que encontrarnos allí con Alicia, una amiga pixel que nos acompañará en nuestra ruta brasileña hasta el final del viaje. Así que allá que fuimos, para contribuir a la industria turística de la zona con una pequeña aportación.

Alicia y Silvia con el 'bugueiro'

Alicia y Silvia con el 'bugueiro'

Después de contrastar precios y hablar con algún lugareño, nos decidimos por un día de excursión en buggy a las dunas del norte. El paisaje de montañas de arena moteadas de vegetación muriendo en inmensas playas bañadas por aguas y vientos atlánticos es bonito, pero pierde encanto al convertirse en Dunapolis.

Un día en Dunapolis

Primera parada: vista de la laguna Genipabú. Bonito. Continuamos el recorrido, segunda parada, esta vez para descansar en otra laguna plagada de chiringuitos y actividades turísticas, bueno va, nos tomamos un zumo natural. Después de subir y bajar un par de dunas con el buggy, volvemos a parar, esta vez para que te tires por un tobogán de arena, por supuesto, no incluido en el precio de la excursión. Le damos un voto de confianza, pero pasamos del tema. Continuamos y, ¿cuarta parada?, llegamos al ‘Sahara brasileño’, ¿camellos?, con un poco de sentido común, el conductor nos mira y dice que cree que no nos interesa ¡bingo! Un ratito más de buggy y volvemos a ver banderolas, ¡no! Quinta parada, ahora toca tirolina con chapuzón en otra laguna… umm, empezamos a tener el ceño fruncido, no gracias. A estas alturas, el ‘bugueiro’ empieza a pensar que somos unos bichos raros o unos ratas.

Paso de los coches en balsa

Paso de los coches en balsa

Ponemos rumbo a la costa, ¡bien! Qué playa más bonita. Pero la alegría dura poco, sexta parada. Encerrona en el único restaurante en kilómetros a la redonda, aquí es donde se come y a precios desorbitados y una calidad dudosa, si os gusta bien y si no, pues a tomar viento a la playa.

Playa al norte de Natal

Playa al norte de Natal

Después de nuestro día en ‘Dunapolis’, huimos de Natal, con la esperanza puesta en Pipa.



Autor

Aún no estoy segura de si yo llevaré a la mochila o la mochila me llevará a mi.

Un comentario en “ Bienvenido a Dunapolis ”

  1. yo no monto el coche en esas cosas flotantes ni de coña jajajaj estan hachas con puertas y garrafas no?jajajaja